¿Cómo debe ser tu web de dentista?

dentista

Hace unos meses quedé a tomar con una antigua alumna mía de clases particulares, Natalia —una futura dentista con más nervio que una muela del juicio—, porque hacía mucho que no la veía. Y, de repente, me soltó: “Oye, tú que escribes cosas por internet, cómo hago mi web de clínica dental para que funcione de verdad?”. Y no era una pregunta al aire, porque al parecer en su facultad no les enseñaron nada sobre cómo atraer pacientes desde una pantalla.

Así que me puse manos a la obra para explicarle que una página web de dentista tiene que brillar. Tiene que sonar humana. Tiene que tener tanta personalidad como la bata blanca de una odontóloga que baila salsa en el descanso de las endodoncias.

Y de todo eso, vengo a contarte. No desde el despacho de una agencia de marketing, sino desde el cariño de una profesora que quiere que su alumna reviente el botón de “reservar cita” con carisma, buena estrategia y cero aburrimiento.

 

Tu web tiene que parecer una clínica… pero sin el olor a eugenol

Piensa en tu web como la entrada a tu clínica, solo que sin necesidad de pasar por la sala de espera llena de revistas de hace cuatro años. Lo primero que alguien va a ver al entrar es lo que en internet llamamos “above the fold”. Esa parte que se ve sin hacer scroll.

Ahí no puede haber duda: quién eres, qué haces, para quién, y por qué contigo la experiencia va a ser distinta. Eso no significa que pongas: “Clínica dental en León con los mejores profesionales”. Eso es lo que ponen todos. Y cuando todo el mundo dice lo mismo, no dice nada.

Mejor algo como: “Natalia no soporta ver a alguien con dolor de muelas. Por eso, abrió esta clínica.” Cercanía, humanidad y diferencia. Eso se logra con copywriting, esa técnica que usamos los que escribimos para que el lector no cierre la pestaña en tres segundos.

 

Las secciones de tu web no son un trámite, son tu voz

Olvídate de copiar las pestañas de otra clínica. Cada sección de tu web tiene que contar algo único, no rellenar espacio.

  1. Inicio: Aquí no pongas el típico carrusel con fotos de stock de gente con dientes como focos de quirófano. Una sola imagen tuya, real, sonriendo, mirando a cámara. O mejor aún, en acción con un paciente (consentimiento mediante). Y texto breve, directo, con lo esencial: quién eres, qué haces, y por qué es buena idea confiar en ti.
  2. Sobre ti (pero que no parezca el CV de LinkedIn): No te enrolles con “Graduada en Odontología por la Universidad de Salamanca con máster en tal y pascual”. Eso también lo tiene tu competencia. Cuéntame por qué decidiste estudiar odontología. Qué tipo de pacientes te emocionan. Qué caso te marcó. Qué te hace seguir formándote. Aquí es donde tu humanidad debe explotar. No queremos a alguien perfecto, queremos a alguien de verdad.
  3. Servicios (sin parecer el menú del dentista chino de la esquina): Nada de listas infinitas: “endodoncia, periodoncia, ortodoncia, odontopediatría, blanqueamientos, etc”. ¿Etcétera? ¿Me dejas con eso? ¡No! Cada servicio debe tener su página. Con fotos propias, ejemplos si puedes, explicación sencilla y humana. Es mejor explicar cinco tratamientos bien que listar veinte como si fueran ingredientes.
  4. Preguntas frecuentes: Créeme, esta sección es tu oportunidad de tumbar objeciones. ¿Duele la ortodoncia invisible? ¿Se puede pagar a plazos? ¿Atiendes niños con autismo? ¿Qué pasa si tengo miedo al dentista? Aquí es donde Natalia puede brillar como pionera en León: “En nuestra clínica usamos técnicas de anestesia adaptadas para personas con fobia dental. Lo primero que hacemos es escuchar.” ¿Ves? Eso no es marketing. Es empatía. Y engancha.
  5. Blog: Ay, el blog. El gran olvidado. Aquí es donde se gana el SEO y la confianza. Pero no sirve cualquier cosa. No escribas un artículo tipo: “¿Qué es una caries?”. Escribe sobre lo que tus pacientes te preguntan. Cosas como:
  • “¿Cuánto tarda en salir una muela del juicio?”
  • “¿Se puede tener ortodoncia con más de 40?”
  • “¿Qué cepillo uso si tengo implantes?”

Y aquí puedes meter humor, anécdotas, tu punto de vista. ¿Recuerdas lo que te dije de sonar humana? Pues esto es clave.

 

El SEO no es magia, es sentido común (y un poco de paciencia)

Mi alumna me miró como si le hablara en klingon cuando mencioné el SEO. No, no es una enfermedad dental. Es lo que hace que Google muestre tu web antes que la de tu vecino el dentista de la ceja inquietante.

¿Y cómo se hace?

  • Título optimizado: no pongas “Natalia Clínica Dental”. Nadie busca eso. Mejor: “Clínica dental en León especializada en ortodoncia invisible – Dra. Natalia”.
  • Textos con palabras que la gente busca: pero sin sonar como robot. Google es más listo de lo que parece.
  • Velocidad de carga: si tu web tarda más de tres segundos en cargar, pierdes pacientes como si fuera una fuga de saliva.
  • Diseño responsive: que se vea bien en móvil. La mayoría de tus visitas vendrán desde ahí.
  • Enlaces internos: desde cada servicio, enlaza a otros. Eso hace que tu web se entienda mejor (para humanos y para algoritmos).

Y lo más importante: el SEO necesita tiempo. No te desesperes si no estás en primera página el primer mes. Trabaja el blog, consigue reseñas, hazte ver.

 

Copywriting, la técnica para que tu web no suene a prospecto de anestesia

No se trata de escribir bonito, se trata de escribir para que la gente actúe. Eso es el copywriting. Que reserven, que llamen, que confíen.

El tono tiene que ser coherente con tu personalidad. Si eres cercana, habla como hablas. Si eres más técnica, no pasa nada, pero no pierdas la calidez.

Y siempre, siempre, pon llamadas a la acción Natalias. No un triste “contactar”, sino un “Pide tu primera cita sin compromiso” o “Quiero que Natalia me revise esta muela ya”. No des por hecho que la gente sabrá qué hacer. Guíalos.

 

Consejos de una dentista de verdad

Cuando le conté a mi alumna que iba a escribirle un artículo con consejos para su web, me propuso incluir una colaboración de alguien a quien admira: Mesiodens, una dentista legendaria en León, conocida por tener una forma de tratar pacientes que hace llorar de alegría a las encías.

Estas son algunas ideas que Mesiodens me pasó con su letra redonda:

  • «Que se te vea.» Ni logotipos fríos ni nombres impersonales. Tu cara, tu historia, tus valores. Las personas no buscan una clínica, buscan a alguien en quien confiar.
  • «Da siempre una alternativa.» Cuando expliques tratamientos, no vendas solo lo caro. Explica por qué lo recomiendas, y qué otras opciones hay. La gente no quiere sentir que le están vendiendo, quiere que le cuiden.
  • «Muestra resultados, no palabras.» Fotos del antes y después, testimonios grabados con el móvil (con consentimiento). Eso habla más que mil textos de “máxima calidad en odontología”.
  • «Haz que te recuerden.» Un detalle. Un email tras la cita. Un consejo extra. Una frase que solo tú dices. En la web, eso también cuenta: desde el diseño hasta cómo firmas tus textos.

 

Lo que tu web debe evitar como una caries en expansión

Hay ciertos errores que te harán parecer una clínica dental del 98. Y no en plan vintage.

  • Fotos de stock falsas: si alguien ya vio esa sonrisa perfecta en otra web, adiós confianza. Nada como una sesión sencilla con fotos tuyas reales, atendiendo pacientes o mostrando la clínica tal y como es.
  • Textos genéricos: si puedes copiar y pegar lo que has escrito en la web de otro dentista y sigue funcionando, es que no estás diciendo nada tuyo. Cada palabra tiene que sonar a ti, como si la escribieras a mano en una tarjeta de cita.
  • No poner precios orientativos: no se trata de publicar un catálogo, pero al menos ofrece una idea de cuánto cuesta una primera consulta, una ortodoncia básica o una limpieza. Genera tranquilidad.
  • Formulario escondido: si para pedir cita hay que hacer clic en cinco sitios distintos o rellenar más datos que para renovar el DNI, mal vamos. Hazlo fácil y visible.
  • No tener contacto directo: un botón de WhatsApp, un número móvil real o incluso un chat automático puede marcar la diferencia. Que el paciente sienta que detrás de la pantalla hay alguien atento.
  • Web sin actualizar: si tu último post es de 2021, parece que cerraste. Aunque sea una vez al mes, actualiza algo.

 

Tu web es tu recepcionista digital

Cada palabra, cada foto, cada clic cuenta. Tu web es como esa primera llamada que hace alguien nervioso antes de decidir si confía en ti. No la subestimes.

Yo no soy dentista, pero escribo para personas. Y Natalia, aunque al principio se sorprendió de que le hablara tanto del alma de su web como de su estructura, ahora lo tiene claro: su clínica va a tener una página que hable como ella, que sonría como ella, y que haga que la gente diga: “Aquí quiero que me curen el dolor”.

Y si tú también estás montando la tuya, que sepas que no estás sola. Hazlo como si estuvieras preparando la consulta perfecta, pero con píxeles en lugar de yesos. Con humanidad. Con humor. Con propósito. Y, por supuesto, con un buen título SEO.

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